viernes, 30 de mayo de 2008

El Ello, El Yo y El Súper Yo


Saber cómo opera la mente humana es bastante complicado, algunos autores han dividido la psiquis en tres partes: Ello, yo y súper yo.
Anexamos a estos conceptos el término represión, elemento de “renuncia del placer” que se encuentra muy presente en el psicoanálisis Freudiano.

El ello es la parte oculta de la personalidad, corresponde a la primera manifestación de la mente humana, es decir, el estado mental del recién nacido. En esta división no son válidas las leyes lógicas del pensamiento consciente, el ello solo busca la satisfacción de los impulsos orgánicos, no encontramos aquí prácticamente noción del tiempo y no hay noción de lo que está bien o mal. Es una "maquina de crear impulsos para su ego”.

Aquí se encuentran todos los datos almacenados desde que hemos nacido, y hasta incluso algunos recuerdos del vientre de la madre, y del momento del parto, momento bastante determinante en el desarrollo posterior del niño o futuro adulto. En esta división de la mente al no haber noción del bien y el mal, no se encuentran conflictos, lo único que hay aquí son impulsos y gran cantidad de información. Aquí es donde se comienzan a formar nuestros pensamientos, que son en su momento inicial tan solo impulsos a satisfacer una necesidad, del organismo.

El yo es lo que esta en contacto con la realidad, corresponde a la parte consciente del ello, o una parte más exterior o la que se ha modificado por estar en contacto con la realidad. Por ejemplo si nos encontramos en el medio de un almacén comprando productos y nuestro cuerpo pide renovar energías, el ello lo notará y comenzará a mandar impulsos para comer, porque sabe que estamos rodeados de comida. El yo y la próxima división que veremos que es el "súper yo" como se encuentran en contacto con la realidad, saben que si no pasamos antes por la caja registradora para pagar no se puede agarrar y abrir un paquete para comer, porque no esta permitido. Tal es así que el yo le envía continuamente información al ello. "tratando de hacerle entender la realidad". El yo domina la descarga de los impulsos que envía el ello.

Súper yo es la parte ética y moral que ha sido creada en el hombre. Esta parte ética y moral se fue formando por enseñanzas de nuestros padres o cuidadores y por las creencias religiosas que nos frenan; el nombre, como lo dice, es algo mas que el yo, es un yo moral o religioso. Volviendo al ejemplo sencillo del almacén: una persona que no tenga desarrollado el súper yo como sabe que no esta permitido comer sin antes pagar, se escondería en donde pueda para saciar su necesidad, ahora bien esa persona con un poco más de ética sabe que podría comer inmediatamente y sin pagar, pero no lo hará porque sabe que esta mal, es incorrecto.

Represión: es como una barrera entre el ello y el yo; para que no todos los impulsos del ello afloren al yo. “La represión es un proceso psicológico que trata de la renuncia del placer, de forma consciente. También existe una represión inconsciente, que es un mecanismo de defensa del yo en el cual el individuo se niega a reconocer una realidad determinada. La represión es fundamental para conocer las patologías, la manera en que se desconecta el individuo de la funcionalidad.” (Fuente: Wikipedia)

miércoles, 14 de mayo de 2008

Forma y Contenido






Distinguir entre forma y contenido está entre los ejercicios favoritos de muchos analistas. Se trata de un procedimiento sumamente útil. Hasta el lenguaje habitual recoge esta distinción cuando, por ejemplo, decimos que no importa tanto qué se dijo sino cómo. Esto me recuerda una pequeña historia: en una construcción sospechaban que un maestro se estaba robando materiales y herramientas. Alertaron al portero para que lo observara y eventualmente revisara cada vez que se retiraba con una carretilla. La vigilancia no tuvo éxito y no se pudo probar que el obrero estuviera robando. Lo que nadie advirtió es que se robaba las carretillas. Como todos estaban preocupados por las cosas que iban adentro, no se fijaron en la carretilla. El maestro supuso que no advertirían su proceder. Éste es un caso en que la atención al contenido no deja ver la forma y -peor- no permite descubrir los hechos.
El tema de forma y contenido se presta para entender, también, lo que molestaba a Sócrates en el proceder de los sofistas, sus adversarios en la Grecia del siglo V aC. Él estaba convencido de que la verdad o la falsedad de una afirmación radicaba en su contenido, no en la forma de presentarla. Los sofistas habían descubierto el fenómeno de la persuasión y sabían que una audiencia podía ser impresionada mediante elementos retóricos, con las entonaciones, las referencias a autoridades veneradas o estimulando las emociones de quienes escuchaban. Puesta la atención en aspectos formales, la audiencia se dispondría de modo positivo respecto del contenido. A Sócrates, esto le parecía vergonzoso, un engaño inaceptable, una violación del estatuto de la indagación intelectual. Si la verdad importaba, debía importar por sí misma y no por cómo se presentaba o los eventuales adornos y ropajes con que pudiera cubrírsela. Y aún menos podía ocurrir que dependiera de los estados de ánimo de una audiencia o las variables sicológicas en juego. Podemos entender a Sócrates: su propósito no era construir un escenario ad hoc para hacer que algo apareciera diferente de lo que en efecto era. Para él, la verdad no era cosa de prestidigitación o magia. Siendo algo tan trascendental, no podía ser objeto de manipulación ni de relativización. Ciertamente, era mucho pedir. Aunque quisiéramos lo contrario, los obstáculos en el camino de establecer alguna verdad son muchos e inesperados, como saben quienes desesperan de la justicia.
Diferenciando entre forma y contenido podemos adentrarnos también en el sinuoso y sorprendente pensamiento del canadiense Marshall McLuhan, uno de los tipos geniales del siglo XX. Él quería entender la presencia y el rol de los medios de comunicación en las sociedades humanas y no se sentía a gusto con las ideas imperantes en los ’60, cuando aparece en la escena intelectual. El tipo de abordaje imperante era el análisis de contenido. El argumento era que si usted quiere comprender los efectos de los medios, debe analizar los contenidos que transmiten, sus programaciones, sus mensajes. Ahí estaban de acuerdo izquierdas y derechas. Hasta los supercríticos como Marcuse, Adorno o Schiller, todos se dedican al análisis de contenido. Estaban preocupados de qué, y no tenían mucho interés en cómo; en el contenido del vaso y no en el vaso, en el agua que iba por el canal y no en el canal. No es azar que hasta hoy hablemos de canales: Canal 7, Canal 13 o el Canal del fútbol.
Ese estilo de pensar los medios de comunicación le parecía a McLuhan un camino sin salida. Sostuvo, por el contrario, que el medio es el mensaje, no el contenido. Cada medio modifica la forma en que nos comunicamos, y genera nuevos patrones de interacción. Si usted pregunta ¿cuál es el mensaje de la televisión?, él responde que no son sus contenidos transmitidos sino la instantaneidad y la simultaneidad. Ningún otro permite a tantas personas ver y oír lo mismo en el mismo instante sin importar dónde estén. Si McLuhan estuviera vivo y le consultáramos por el teléfono móvil -el celular- diría que lo relevante es que podemos hablar con quien queramos, a la hora que sea, sin importar dónde estemos o la distancia a la que esté el interlocutor. Si el contenido de la conversación son negocios, saludos, sexo, medicina, o familia, todo eso da lo mismo.¿Quiere decir que el contenido no importa? Nunca tanto que nos impida ver que también está la forma. Pero cuando ésta oculta el fondo, más vale ponerse en guardia. Lo más juicioso es combinar: mirar forma, mirar contenido.



Texto perteneciente al Profesor Edison Otero Bello, Licenciado en filosofía Universidad de Chile, especializado en las áreas de epistemología y teoría de la comunicación, un gran Maestro.

Manejo de Incertidumbre y Gestión del Rumor en las Organizaciones





Un rumor es una afirmación general que se comparte persona a persona y que contiene información no verificable sobre una situación que afecta a un gran porcentaje de personas. El rumor parte de la incertidumbre, por ello no necesariamente un rumor es falso. De hecho se considera que el 75% de la información de un rumor tiende a ser verdadera. La tensión de la incertidumbre escapa cuando las personas aprovechan los espacios informales para generar el rumor. Es algo así como pretender interpretar la realidad que las rodea dándole nuevos sentidos o pretendiendo armar el rompecabezas con información nueva, sin importar si esta es real o supuesta.
En su libro Psicología del Rumor, Allsport y Postman afirman que el rumor “es una proposición relacionada con los acontecimientos cotidianos, transmitida de persona a persona con el objeto de que todos crean en él, sin que existan datos concretos que permitan verificar su exactitud”. Para estos mismos autores el mayor peligro del rumor no radica tanto en su posible falsedad inicial, sino en el inevitable proceso de deformación de su contenido a medida que este circula. Por su parte, en 1944 en un artículo titulado A Psychology of Rumor, Knapp definía el rumor como “una declaración formulada para ser creída como cierta, relacionada con la actualidad y difundida sin verificación oficial”.

miércoles, 7 de mayo de 2008

5- Todos los intercambios comunicacionales son simétricos o complementarios


Según estén basados en la igualdad o la diferencia.

Las relaciones complementarias están basadas en la complementariedad de la conducta de uno de los participantes en relación con la conducta del otro. Existen dos posiciones distintas, uno ocupa la posición primaria o superior y el otro la secundaria o inferior. Es importante no identificar estas posiciones con otros términos como bueno, malo, fuerte o débil. Una relación de este tipo puede deberse al contexto: la relación médico-paciente, maestro-alumno, padre-hijo, jefe-subordinado y la conducta de cada uno favorece la del otro, es una especie de mutuo encaje.


Ninguno de los participante impone al otro una relación complementaria sino que se comportan de la forma que presupone la conducta del otro y existen motivos para ello.


Las relaciones simétricas por su parte, se basan en la igualdad y pueden ser el resultado de un contexto (hermanos, esposos, amigos, trabajadores del mismo equipo) y del estilo propio de una díada particular. En esta relación existe el peligro de la competencia o rivalidad, esto se manifiesta de forma especial en los equipos de trabajo, donde se rompe la estabilidad y se va de la simetría uno de los miembros, a lo que se responde tratando de recuperar el equilibrio perdido.
La simetría y complementariedad son simplemente conceptos básicos en los intercambios comunicacionales. Las dos cumplen funciones importantes y pueden estar presentes aunque alternando en diversas áreas o funciones.



4. En toda comunicación existe un nivel digital y un nivel analógico.



El lenguaje analógico está determinado por la conducta no verbal y será el vehículo de la relación. El lenguaje digital se trasmite mediante símbolos lingüísticos o escritos y será el vehículo de contenido de la comunicación.

En su necesidad de combinar ambos lenguajes, el hombre ya sea como receptor o emisor, debe traducir o decodificar constantemente de uno al otro y existe una dificultad inherente en este proceso de decodificación. Del mismo modo que al llevar del modo digital al analógico se pierde información, es también difícil llevar del analógico al digital.


Al emisor no solo le resulta difícil verbalizar sus propias comunicaciones analógicas sino que si se da una controversia interpersonal en cuanto al significado de una comunicación analógica particular, es probable que cualquiera de los dos participantes introduzca en el proceso, el modo de traducción digital. Traer un presente, es una comunicación analógica indiscutiblemente pero en base a la visión que se tenga de la relación con el que lo ofrece, puede ser entendido por el receptor como una demostración de afecto o un soborno.